Los 3 ‘errores’ de estilo que han empañado el viaje a Italia de Máxima de Holanda
La costumbre nos lleva a incluir frecuentemente a Máxima de Holanda entre las royal mejor vestidas siempre que acude a algún acto público. Un estilo sofisticado a la par que elegante, con ciertas dosis de barroquismo, a veces, pero inundado de naturalidad. Su aterrizaje en Italia no pudo ser mejor, al brillar con un diseño asimétrico rojo de seda, pero algo ha fallado durante su visita de Estado, ya que la reina de los Países Bajos ha tenido tres errores fashion, que no nos hemos podido resistir a recopilar.
Máxima de Holanda en Italia / Gtres
Su buen gusto para su look del primer día en tierras mediterráneas no ha tenido su continuación. Y es que resulta algo extraño que una royal apueste por las transparencias. Su vestido color mostaza con encaje y print floral dejaba entrever su lencería. ¿Quizás una licencia demasiado atrevida para un viaje oficial? Como viene siendo habitual, Máxima lució otra de sus incontables pamelas para complementar su outfit.
Máxima de Holanda durante su viaje a Italia / Gtres
La segunda inadecuación de estilo la encontramos en otro look. La rejilla resta componente chic a una pieza de exquisita (y habitual) elegancia como el LBD, por lo que aquí sí que podemos considerar que la elección de Máxima estaba lejos de ser la mejor.
Máxima de Holanda / Gtres
En tercer lugar, su vestido, pendientes y flor en el pelo le jugaron la última mala pasada. Máxima de Holanda sorprendió con un estilismo propio de todos los países menos del que estaba en ese momento. Un look que nos recuerda a un híbrido entre algo más propio de una feria del sur español o del folclore mexicano que del país transalpino.
No obstante, es justicia poética reconocer que no todo son fallos en su estancia en Italia. Al ya mencionado total look rojo, hay que añadir el tremendo acierto durante su visita al Papa Francisco. Al contrario que la reina Letizia, Máxima de Holanda tuvo que vestir de negro, ya que una Corona protestante no tiene derecho a utilizar el blanco ante la máxima autoridad pontificia. Lo curioso es que ella es católica, pero su marido -y rey- Guillermo no.